“Fíate sólo de tu propia experiencia”, me aconsejé hace mucho tiempo. Era el único sabio consejo que podía darme entonces. Y fue ahí cuando empezó todo…

3 de abril de 2012

Ensoñaciones de las ramas bajas

La luna es la fuente eterna del mañana.
Cada día cambia de forma,
cada día nos canta una nana.
Distinta.
A veces para bien,
y otras para enloquecer.

Sonrisas distraídas y tristes ilusiones firmes.
Bellas depresiones y fantásticas impurezas…
…Tiernas melancolías.
…Tristes ruinas del alma en pena; vacías…,
tan felices como el mismísimo Cielo.

Aventura eterna de los que cantan, los que pían,
aves, mamíferos, escorpiones y guerreros,
para todos la vida es vida,
y un tesoro.

Fatídico sueño sin despertar último,
tragedia narrada desde el olor de la miseria.
¿Qué sueñas?
Sueño que vivo.
¿Qué esperas?
Canto un aliento a despertares profundos,
despertares difusos,
que me hagan ver algo de esto claro.
Espantosos sueños que no son sueños…

Cae de la rama del saber,
aquello que tanto anhelas conocer.
Cae,
vuelve a caer,
a un vació hondo y profundo,
que pocos se atreven a entrever.

La llama.
La antorcha.
Coge, sé paciente;
resopla.
Es la llama del saber,
que por poco te quema y en cuanto puede,
lo echa todo a perder…
A perder…
Te perdí.
Desperté.