De la sangrante niebla de lo tangible
sacas la dureza de lo irreversible.
Das pasos sin mirar atrás,
sabiendo que lo que va quedando
es el reflejo de lo que un día habrá,
y eso permanece en el recuerdo
de aquel que es,
que muy pronto será.
Programado por la lluvia que me marcan tus pupilas,
de incandescentes suspiros,
te abres paso río abajo,
sujetando cada roca con tus manos.
Pero nunca te vuelves.
No, nunca.